jueves, 31 de julio de 2008

¿Dónde estás?



"¿Dónde estás? No te encuentro."

No encuentro a mi tajador. Hace un tiempo cuando empecé a dibujar por segunda vez, adopté tres artefactos: un lápiz, un borrador y un tajador. Creo que los pedí prestados y nunca los devolví, pero se mantuvieron fieles a mi. El tiempo, sin embargo, no fue generoso con ellos/migo, ya que a pesar de hacerse durar lo más que pudieran, eventualmente llegaron a su límite. El borrador desapareció y tras una búsqueda extensiva, fue dado por desaparecido. La necesidad me obligó a conseguirle un sucesor que una amiga fue tan amable de obsequiar, siguiendo así la tradición de no haber comprado nunca uno por mi cuenta.
El lápiz es otra historia. Cual héroe de epopeya griega, Lápiz (su nombre propio) sabe que su fin se acerca y no le teme ni le huye. Está dispuesto a morir, incluso cuando ya no puede luchar (la mina parece estar quebrada) se mantiene firme y se taja cada vez que puede. Pero yo no quiero verlo desvanecerse en el olvido, desapareciendo lentamente con cada afilada de su poderosa punta y dejando atrás un legado de arte, garabatos y una piel de madera. Por lo tanto, antes de llegar al frío metal, he decidido retirarlo del campo de batalla y relegarlo a la cartuchera como veterano y amuleto.
El tajador (quizás por su composición química), es el que más ha durado. Sirviendo fiel a mis necesidades y trabajando sin discriminar por colores para sacar punta a todos los miembros de mi pequeño ejército de colores. Pero hoy ha desaparecido. La última vez que lo vi estaba sentado encima de mi block de dibujo, y ahora no lo encuentro. Preocupado consideré todas las posibilidades, y tras confirmar que no está ni en Cusco ni en San Isidro, concluyo que debe seguir en mi cuarto. Sí alguien lo ve por favor avíseme. Lo necesito. No puedo seguir adelante sin él.

"¡Tajador! ¡Vuelve!"

"¿Por favor...?"

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